Yo di el paso de creer en Dios a creerle a Dios

Entrevista con Miguel


Tú eras católico y después te hiciste protestante. Puedes contar ¿qué fue lo que sucedió?

Los países conquistados por los españoles se hicieron católicos y por eso más del 90 por ciento de los protestantes de esos países fueron católicos, pero probablemente sólo uno por ciento era realmente católico y más de 90 por ciento eran católicos ligths, de costumbre o cualquier tipo de catolicismo a la deriva e incoherente.
Yo conozco la religión católica, las tradiciones, los ritos, las fiestas, su significado, incluso estudié en el Instituto Bíblico Católico. Primero fui católico por costumbre social, pero llegué a serlo de verdad. Yo volví a nacer en el Señor dentro del catolicismo, cosa que no es tan común, porque una cosa es creer en Dios y otra es creerle a Dios. Tristemente, los católicos creen en Dios, pero no le creen a Dios.

¿Al volver a nacer le creíste a Dios?

En ese momento decides dejar todo, es decir, dejar tu vida anterior. Empiezas a creer en la palabra de Dios y decides que si está escrita en la Biblia tienes que hacerle caso. Dios dice que no quiere sacrificios sino obediencia. Si realmente crees en Dios hay que obedecer, porque es sencillo de entender si quieres hacerlo. Puedes creer que soy Miguel, pero eso no quiere decir que me creas a mí. Puedo decir mil historias y tú decir que estoy loco o simplemente no me haces caso, pero sigues creyendo que soy Miguel.
Desgraciadamente la mayoría de las personas creemos en Dios pero no le creemos a Dios. Lo más importante de la vida es hacer la voluntad de Dios, por eso hay una sola oración que Jesucristo nos dio como receta: “Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo”. Eso es lo más importante.

¿Qué fue lo que te llevó a dar el paso de creer en Dios a creerle a Dios?

El primer paso es que eres llamado y le haces caso a ese llamado. Siempre te llama, pero no le haces caso. ¿Cómo fue mi llamado? El viernes 27 de enero de hace como tres años estaba en una fiesta. Una de esas que son fiestas, fiestas, de las que algunos hombres pueden ir. Ahí fue donde sentí el llamado. Fue algo impresionantemente sutil… un aliento … (se conmueve mucho y trata de no llorar, pero no puede seguir hablando), fue algo … sencillo … Estás y de repente sientes un aliento y te dices: “¿Qué estoy haciendo aquí?” … y entonces decido en ese momento … dejar todo … pedir perdón y dar gracias porque … te están dando esa inmensa oportunidad de pedir perdón (suelta el llanto durante dos o tres minutos) … porque si hubiera muerto antes … entonces es una decisión.
En ese momento yo era un católico incoherente, decía una cosa y hacía otra. Pero decidí ser congruente y entonces fui un verdadero católico.

¿Por qué te preguntas en la fiesta qué estoy haciendo aquí?

Yo soy de esas personas que dicen: “Este tipo no tiene perdón de Dios”. Eso se aplicaba a mí, pues yo sabía lo que tenía que hacer, pero no lo hacía. Hay gente que actúa por ignorancia o porque tiene la conciencia molacha y ya no le remuerde, pero yo conocía los designios de Dios; todas las cosas que hacía, las hacía con conocimiento de causa. Sabía cuál era la verdad y no la llevaba a cabo por darle placer a mis sentidos, a mi carne. Eso era lo más importante aunque después me sentía mal.
Mi vida giraba alrededor de la lujuria y vivía en una zozobra terrible. Llegaba a mi casa a las seis o siete de la mañana y me daba mucho miedo dormir, mucho miedo morir. Vivía en la angustia porque era muy consciente, pero no podía dejar de hacer lo que hacía. Era tortuoso, tremendo, porque sabía que si moría iba a ser terrible y ahora … (llora) … no le tengo miedo a la muerte y es algo maravilloso saber que soy heredero de la vida eterna, no porque me lo haya ganado sino simplemente por haber vivido. Se me hace maravilloso.

¿Qué era lo que te producía más terror? ¿El infierno?

Lo que me producía temor era no hacer la voluntad de Dios. Y no hacer la voluntad de Dios es la ausencia de Dios y la ausencia de Dios, para el que cree como yo, es la condenación. Es terrible. Otras personas que no tienen esa conciencia no lo viven así de terrible.
Otro lastre que yo traía era el hacer totalmente lo contrario a lo que mi padre me había enseñado. Era una culpabilidad tremenda, porque mi padre había sido un hombre honesto, honesto, honesto. Eso era lo que irradiaba y la imagen que me dejó. Imagínate cómo me sentía. Jamás vi que faltara a su palabra. Se tenía un respeto tan profundo que no podía faltar a su palabra. Yo vi que por equivocación dijo alguna cosa y llegó a perder una casa por sostener esa palabra. Incluso después de 20 años de muerto, he estado en algunos lugares en los que digo que soy hijo de mi papá y las puertas se me han abierto de manera impresionante por su sentido de honorabilidad.

Así como lo pones, la vida que llevabas era muy placentera y muy atormentada.

Terrible, terrible. Puedo describírtelo en términos psiquiátricos: yo era como una persona bipolar, tenía una doble vida. El cortejo de una mujer es una gran retroalimentación del ego. Quizás muy pocos lo experimentan como yo lo experimenté. Todo era planeado, consciente y malvado. Un reto para mí era la velocidad y la condición en que llevaba las mujeres a la cama.
Yo estaba inmerso en el cortejo. Incluso me metí tanto en la palabra que llegué a la conclusión de que el universo existía por eso, pues abarca tanto la atracción de los planetas hasta la de los pavos.
Mi vida giraba en torno al cortejo. Hasta llegué a tener una regla: no acostarme con la mujer hasta que ella lo pidiera. Ese era el trofeo, la cúspide de la montaña. Algunas veces dije que no. Decía: “No, no me quiero decepcionar de ti, se me hace que no sirves”. Como ya la había conquistado, no importaba tanto si me acostaba o no. Ya se había alimentado mi ego. Pero la mayoría de las veces decía que sí. Y es que si tienes diez mujeres quieres veinte. Es aquello de que “la mujer más hermosa es la que viene”. Rara vez lo hacía con la misma.
Otros viven para el futbol, para los negocios, para el trabajo: yo vivía para conquistar mujeres.

Entonces la diferencia en tu vida se produjo a partir de ese sentimiento sutil que experimentaste en la fiesta.

Fue tan sutil y está cañón … En este caso el Espíritu Santo es el que me permitió hacerle caso. Podía haber seguido por donde mismo, pero en ese momento decidí volverme a la luz. Al día siguiente fui a misa, me arrepentí y me confesé y me hice un verdadero católico. Pero después fui evolucionando. Me hice protestante porque empecé a leer la palabra de Dios como revelación de lo que podía cambiar mi vida. La palabra de Dios es un mandamiento que hay que cumplir, estés deprimido o eufórico, rico o pobre. Se me empieza a revelar la palabra de Dios y la necesidad de vivirla. Esto no se puede dar en la iglesia católica. Me voy dando cuenta, se me va revelando, que la religión no te salva, es Jesús. Y hay mandamientos muy claros que la iglesia católica no lleva a cabo. Yo no puedo estar en un lugar en que se desobedece la palabra de Dios, porque sería incongruente.

¿Qué cosas te empezaron a chocar del catolicismo?

Miles … Tú te encuentras con mal vivientes, drogadictos, borrachos, delincuentes, que son mexicanos y católicos, pero en el momento en que se hacen protestantes lo dejan todo. ¿Por qué? Porque Cristo trabaja en ellos. Y no te cuesta cambiar. Es impresionante. El testimonio de que Jesús vive en tu corazón es lo que ves a diario en el protestantismo. Realmente el que te cambia es Cristo, porque decides aceptarlo como tu Señor y Salvador. En ese momento todo se resuelve. No existe fuerza de voluntad, proporcionalmente hablando es algo despreciable. No tiene ni .01% de influencia. Un hombre no puede dejar de fumar, con Cristo no le cuesta ningún trabajo.
Si conoces a políticos, narcos y secuestradores verás que son católicos, o por lo menos así se hacen llamar. En el catolicismo no te encuentras con Cristo ni cambias completamente tu vida como sucede con los cristianos. Eso es algo que se debería preguntar la gente. Algo debe haber en el protestantismo para que suceda eso.

¿Tú ves que los católicos no viven en Cristo y ves que los protestantes sí lo hacen y entonces concluyes que si quieres vivir como cristiano lo congruente es irte con ellos?

Exactamente, así es. Yo pienso que el católico vive una vida cristiana Light. No se entrega, no conoce a Cristo, no conoce la religión católica, ni se interesa en las cosas de Dios.
Yo he pertenecido a varias iglesias protestantes. En casi todas se trabaja a marchas forzadas en la cuestión espiritual. Siempre hay cursos de diferentes temas para que crezcas social, profesional y espiritualmente. Todos los días hay clases a las que puedes asistir. Yo he cambiado de iglesia porque ha llegado un momento en que para crecer tenía que acudir a otra que proporcionara lo que estaba requiriendo, donde hubiera gente que me ayudara a crecer más. Y yo siempre ando viendo cómo puedo aprender un poco más.

¿Cuál es la diferencia que has encontrado entre la iglesia católica y las iglesias protestantes que has conocido?

Que en las iglesias protestantes hay mucho más palabra rema. Eso quiere decir: palabra de Dios dicha que entra como espada a tu corazón. En la iglesia católica puedes encontrarte con grandes predicadores y con oradores muy elocuentes, pero no tienen palabra rema. Palabra rema es cuando realmente la persona se transforma y acepta a nuestro Señor Jesucristo, es cuando el Espíritu Santo habla a través del predicador.

¿Ahora hacia dónde estás orientando la dinámica de tu crecimiento?

Desde hace mucho tengo la fijación de hacer algo. Uno siempre se pregunta: ¿Para qué estoy aquí? Dios mío, ¿Cuál es mi misión? ¿Qué quieres que yo haga?
Tengo un proyecto de servicio que espero que sea el que Dios me ha puesto para llevarlo a cabo, así que me pongo en sus manos. Es todo lo que te puedo decir por ahora.
Quisiera ser un verdadero cristiano, quiero ir caminando en esa senda. Cristiano quiere decir cristito. No lo soy, no lo logro porque tengo muchos errores.

¿Quieres agregar algo que consideres muy importante?

Lo más importante no es lo que yo haya dicho sino que todo se puede resolver en este país y en este planeta en el momento en que la humanidad decida conocer a Dios. La ausencia de Dios es precisamente la ausencia del bien. ¿Por qué hay corrupción, deshonestidad, delincuencia, falta de inseguridad? Por una sola razón y se llama: ausencia de Dios. Mi padre decía que todos los males obedecen a que “no hay temor de Dios”.

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