Dios es el silencio del Universo

por Carolina Aranda Araiza

"Dios es el silencio del Universo
y el hombre es el grito que da sentido
a este silencio"
José Saramago

“¡Es sólo un dogma!/
-gritó el profeta extranjero”
Roger Waters


Abril 11, 2009

Sé que es ya otro día. Aunque mi conciencia permanece aún del otro lado, una voz interna ha venido contándome una historia. “Maravilloso”, siento más que pienso: la puedo regresar y volver a oír cuantas veces quiera. Tardo un poco en reconocer que es mi propia historia que se desenvuelve como una serpentina alrededor de un tema al que he venido evadiendo: Dios.
Confortablemente instalada en mi racionalidad desde hace años, reuniendo información académica, leyendo novelas, poemas, ensayos, dedicada a la docencia de tiempo completo, intento descifrar una identidad elegida. A esa tarea me he abocado de tiempo completo. ¿Qué falta puede hacerme Dios?
¿Dónde podría caber “eso”, cuya presencia dejé de sentir cuando comprendí que era como una consolación, como un “amigo imaginario”? O tal vez cuando temí que Dios fuera como un “gran deseo interminable que no deja de realizarse nunca y que no quiere ceñir jamás sus límites a nada que pueda contenerlo”
Entonces, me invadió la sensación abrumadora del absurdo, la imposibilidad de nombrarle, la indignación de ver lo que se hacía “en su nombre”. O tal vez fue mi reacción ante la espléndida arrogancia de todos aquellos que creen saber “lo que Dios quiere”, como si Dios no fuera el misterio mayor, el enigma que respiramos cada día de nuestras vidas.
¿Qué quiere Dios?
Cedo la palabra a Roger Waters, para mí, artista de la conciencia, de la ironía, de la mejor modernidad. No la teórica. Su postura ante la realidad histórica y social, lo llevó a crear, junto con el grupo Pink Floyd, todo un movimiento contra cultural, que expresa la represión social y la intolerancia de los sistemas educativos occidentales. Recurriendo a ideas de vanguardia en artes audiovisuales, ideas que marcaron no sólo a una generación, sino que a la fecha siguen actualizando sus significados en las generaciones nuevas.
Para su álbum Amused to Death (1992) compuso una canción en tres partes, precisamente con este tema: “Lo que Dios quiere”.


What God Wants

Part I

What God wants God gets God help us all
What God wants God gets (repeated)
The kid in the corner looked at the priest
And fingered his pale blue Japanese guitar
The priest said:

God wants goodness
God wants light
God wants mayhem
God wants a clean fight

What God wants God gets
Don't look so surprised
It's only dogma
The alien prophet cried
The beetle and the springbok
Took the Bible from its hook
The monkey in the corner
Wrote the lesson in his book
What God wants God gets God help us all

God wants peace
God wants war
God wants famine
God wants chain stores

What God wants God gets

God wants sedition
God wants sex
God wants freedom
God wants semtex

What God wants God gets
Don't look so surprised
I'm only joking
The alien comic cried
The jackass and hyena
Took the feather from its hook
The monkey in the corner
Wrote the joke down in his book
What God wants God gets

God wants boarders
God wants crack
God wants rainfall
God wants wetbacks

What God wants God gets
God wants voodooo
God wants shrines
God wants law
God wants organised crime
God wants crusade
God wants jihad
God wants good
God wants bad
What God wants God gets

PART II

Do you believe in a better day?
Do you have a faith in a golden way?
If you do then we must come together this day
Come together as one united
Television audience
Brought together by the sound of my voice
United united financially united socially
United spiritually and all possible ways
Through the power of money
And the power of your prayers

What God wants God gets God help us all
God wants dollars
God wants cents
God wants pounds shillings and pence
God wants guilders
God wants kroner
God wants Swiss francs
God wants French francs
¿O quiere francos franceses?
God wants escudos
God wants pesetas
Don't send lira
God don't want small potatoes
God wants small towns
God wants pain
God wants clean up rock campaigns

God wants widows
God wants solutions
God wants TV
God wants contributions

What God wants God gets God help us all

God wants silver
God wants gold
God wants his secret
Never to be told
God wants gigolos
God wants giraffes
God wants politics
God wants a good laugh

What God wants God gets God help us all

God wants friendship
God wants fame
God wants credit
God wants blame
God wants poverty
God wants wealth
God wants insurance
God wants to cover himself

What God wants God gets God help us all

PART III

Don't be afraid it's only business
The alien prophet sighed
The vulture and the magpie took
The cash box from its hook
The monkey in the corner wrote
The figures in his book
Crazed the checkout lady's fingers
Flash across the till
The captain posts
The menu for the day
And in banks across the world
Christians Moslems Hindus Jews
And people of every
Race creed colour tint or hue
Get down on their knees and pray.

The raccoon and the groundhog
Neatly make up bags of change
But the monkey in the corner
Well he's slowly drifting out of range

Christ it's freezing inside
The veteran cries
The hyenas break cover
And stream through the meadow
And the fog rolls in
To his bottle of gin
So he picks up a stone
That looks like a bone
And the bullets fly
And the rivers run dry
And the fat girls sigh
And the network anchor persons lie
And the soldier's alone
In the video zone
But the monkey's not watching
He's slipped out to the kitchen
To pile the dishes
And answer the phone


Lo que Dios quiere

Parte I

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue, Dios nos ayude a todos.
Lo que Dios quiere, Dios recibe (repetido)
El niño en el rincón, miró al sacerdote
y rasgueó su guitarra japonesa, azul pálida.
El sacerdote dijo:

Dios quiere bondad
Dios quiere luz
Dios quiere caos
Dios quiere una pelea limpia

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue
“no te sorprendas
es sólo un dogma”
gritó el profeta extranjero
el escarabajo y la gacela
descolgaron la Biblia de su gancho
el mono del rincón
escribió la lección en su libro:
lo que Dios quiere, Dios lo consigue, Dios nos ayude a todos.

Dios quiere paz
Dios quiere guerra
Dios quiere hambruna
Dios quiere cadenas de supermercados

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue

Dios quiere la sedición
Dios quiere sexo
Dios quiere libertad
Dios quiere semtex

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue
“no te sorprendas tanto
sólo estoy bromeando”
gritó el cómico extranjero
el burro y la hiena
descolgaron la pluma de su gancho
el mono de la esquina
escribió la broma en su libro.
Lo que Dios quiere, Dios lo consigue

Dios quiere fronteras
Dios quiere crack
Dios quiere lluvia
Dios quiere espaldas mojadas

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue
Dios quiere vudú
Dios quiere santuarios
Dios quiere leyes
Dios quiere crimen organizado
Dios quiere Cruzadas
Dios quiere Jihad
Dios quiere bien
Dios quiere mal
Lo que Dios quiere, Dios lo consigue

II

¿Tú crees en un mejor día?
¿Tienes fe en un camino dorado?
Si es así, entonces deberemos reunirnos este día
reunirnos como una, unida
audiencia televisiva.
Unidos por el sonido de mi voz
unidos, unidos, financieramente, unidos socialmente, unidos espiritualmente y en todos los modos posibles
a través del poder del dinero
y el poder de las oraciones de ustedes.

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue, Dios nos ayude a todos.
Dios quiere dólares
Dios quiere centavos
Dios quiere libras, chelines y peniques
Dios quiere coronas
Dios quiere francos suizos
Ouil il veut des francs francais?
Dios quiere escudos
Dios quiere pesetas
no le envíen liras
Dios no quiere bagatelas
Dios quiere pueblos pequeños
Dios quiere dolor
Dios quiere campañas para limpiar el rock

Dios quiere viudas
Dios quiere soluciones
Dios quiere TV
Dios quiere impuestos

Lo que Dios quiere, Dios lo consigue
Dios nos ayude a todos
Dios quiere plata
Dios quiere oro
Dios quiere que su secreto
nunca sea revelado
Dios quiere gigolós
Dios quiere jirafas
Dios quiere política
Dios quiere una buena carcajada

Lo que Dios quiere, Dios consigue, Dios nos ayude a todos
Dios quiere amistad
Dios quiere fama
Dios quiere crédito
Dios quiere culpa
Dios quiere pobreza
Dios quiere riqueza
Dios quiere contratar un seguro
Dios quiere estar bien protegido

Lo que Dios quiere, Dios consigue, Dios nos ayude a todos.

III

“No tengas temor, se trata sólo de negocios”,
suspiró el profeta extranjero
El buitre y la urraca descolgaron
la caja de dinero de su gancho
el mono en el rincón escribió
las cifras en su libro.
Los dedos agrietados de la dama
relampaguearon a través de la caja registradora
el capitán colocó
el menú del día
y en los bancos de todo el mundo
los Cristianos, Musulmanes, Hindúes, Judíos
y las personas de cada
raza, credo, color, tinte o tono
se arrodillaron y se pusieron a rezar.

El mapache y la marmota
empacan pulcramente bolsas con dinero
pero el mono de la esquina
bueno, él está lentamente deslizándose fuera de alcance.
“Cristo se está congelando por dentro”
grita el veterano.
Las hienas rompen la cubierta
y se alejan a través de la pradera
y la niebla se enrolla
en su botella de ginebra
entonces él recoge una piedra
que parece un hueso
y las balas vuelan
y los ríos se secan
y la chicas gordas suspiran
y los presentadores de las redes informativas, mienten
y el soldado está solo
en la zona de video
pero el mono no está mirando
se escurrió fuera, hacia la cocina
a recoger los platos
y a contestar el teléfono.

El tono de la canción, y no me refiero a su melodía ni a su armonía, ya nos va siendo bastante ácido. En la tercera parte nos topamos de nuevo con ese monkey que simplemente va a la cocina y contesta el teléfono. O sea: la humanidad, la inercia, Dios puede querer lo que sea, pero qué importa...

¿Quién está calificado para decir lo que Dios quiere? ¿Sólo el Teólogo? ¿Sólo el Filósofo? ¿Y qué tal un artista no convencional, como Waters? ¿O como Pablo Picasso? La Guerra del Golfo Pérsico, televisada para que los Monkeys pudieran verla en vivo, en 1990-91; las supuestas armas de destrucción masiva que nunca encontraron en Irak y que fueron el pretexto ideal para bombardearlos; la guerra que cayó sobre Irán para despojarle de su petróleo... La lista sería larguísima, la pregunta ociosa: ¿serán cosas que Dios quiere?

Me digo que lo sensato sería no dejarse engañar por la proyección de las propias necesidades y deseos; el deseo de ser consolados del dolor o la pérdida, de la frustración, del engaño; la necesidad de ser contenidos en la angustia o la falta de fe. He sentido la trampa que los humanos nos ponemos para evitar caer en la desesperación de la nada. ¿Cómo podemos saber lo que Dios quiere? ¿Cómo podemos siquiera saber que Dios existe independientemente de la mente que lo necesita?

Pero, pero, pero, ya me desvié de lo que quiero decir, lo que pasó en esa mañana de abril 11, cuando una voz o el subconsciente, o lo que fuera me dictó algo más o menos como esto: ”Me gustaría que Dios ocupara cada uno de mis días, de mis pensamientos, de mis dudas, pero no es así. ¿Dónde está, si es que está? ¿En qué momento dejó de estar? ¿Por qué hoy no acompaña a mi padre postrado en una cama sin poderse mover? Si él fue siempre un hombre tan religioso ¿por qué su vida se ha vuelto como la de una piedra? ¿Y Dios? ¿Por qué mi madre sigue siendo una niña? ¿Sirve de algo el culto, la religiosidad, la asistencia a misa y a los sacramentos? Cosas todas que nos inculcaron como modos o rituales de acceder a Dios.”

A estas palabras se siguieron imágenes encadenadas: me veo en Ocotlán varias décadas atrás, asistiendo al colegio, junto a mis hermanas. Los varones acudían a la escuela de los Maristas, el Colegio Colón. Contemplo el edificio de la escuela, situado en los terrenos de la fábrica Celanese, en aquel tiempo no-mexicana... Me ligaba a lo exterior un fuerte contacto con la naturaleza. El mundo de los adultos le daba sentido a mi vida. Los hermanitos eran los modos de corroborar desde siempre la existencia de los otros junto a mi. Una amorosa y luminosa abuela me transmitió su devoción, su fe. Conocí las iglesias del pueblo junto a ella.
Cuando una tiene 7 años, no sabe si la misa es de tres padres, en latín o qué, sólo se asombra en el recinto inmenso de las naves y percibe la ceremonia con todos sus sentidos: olores de incienso, cánticos en un idioma incomprensible pleno de solemnidad; una parte del día, de la semana, del alma de una, se va registrando en las piedras de la catedral. Dios permanecía en forma de abuela llegando los sábados desde Guadalajara; en forma de las misas, los rosarios, los rituales; Dios sonaba en las oraciones aprendidas y recitadas por la mañana. “Dulce madre, no te alejes”; a mediodía bendecía el alimento, por la tarde se extendía en el Padre Nuestro enredado en el sonido melancólico de la sirena de las fábricas que flotaba sobre el agua del Lerma-Santiago y sobre las copas de las casuarinas en el jardín. En el Colegio, al inicio de cada clase, al final de la jornada; llegaba con la cena de chocolate y conchas recién hechas. Dios nos acompañaba, vivía el cotidiano momento junto a nosotros y ni sombra de duda se extendía sobre el cielo azul de mi fe de niña. Jesús y Dios eran lo mismo, ninguna necesidad había de razonar la dulzura que se desprendía de aquellos primeros contactos con lo divino.

Todavía no concluía mi primaria cuando las religiosas de la orden de San Benito Abad llegaron a hacerse cargo del colegio donde estudiábamos mis hermanas y yo. Estuvieron 3 ó 4 años entre nosotras. Quizá sería presuntuoso decir que fueron los años más felices; tuvieron para mí las claves de lo que más adelante sería mi vida interior. Lejos de ser las monjas estereotipadas, sufridas o malvadas que más tarde conocí, estas mujeres guerreras trajeron a mi existencia toda la frescura de la libertad. Abrieron a mi comprensión algunos de los documentos del Concilio Vaticano II y se referían al Papa Juan XXIII como a un entrañable amigo. El Papa bondadoso. El Papa de los pobres. El Papa de la libertad. Girábamos en el centro de novedades asombrosas: podías ir al templo sin cubrirte la cabeza; la misa se decía en tu propio idioma; el sacerdote estaba de cara a los feligreses, las guitarras y los cantos juveniles acompañaban ahora las celebraciones litúrgicas. Ya no más permanecer ajenos. En las clases de religión dibujábamos las patenas, las estolas, los copones; instrumentos que se volvieron familiares cuando dejaron de estar en un contexto alejado para volverse próximos, propios. Y en un lugar tan insignificante del mapa mundial como Ocotlán, Jalisco, por primera vez oí hablar de los curas obreros de Lovaina, de la Teología de la liberación, de los sermones de Méndez Arceo, de la labor de Dom Helder Camara, de los curas guerrilleros y la iglesia de los pobres.
Las hermanas provocaban en nosotras un constante contacto con lo religioso que, al menos en mi caso, tardaría muchos años en diluirse. La hermana Bernardette, francesa; la hermana Teresa de Jesús, originaria de Filipinas; la hermana Geraldine, de Bélgica; la hermana Teresita, defeña; la hermana Simone, norteamericana, se encargaron de aproximarnos tanto a los conocimientos como a la fe, del mismo modo. Los textos elegidos para la lectura en voz alta, eran los Salmos: el señor es mi pastor, nada me puede faltar; en la clase de cocina multiplicábamos panes y peces; una paradoja matemática que se resolvía entre sonrisa y afecto.
El Cantar de los Cantares, la Pascua, el Adviento, fueron tomando para mí un sentido de lo próximo, de lo familiar, de lo mío. Y ellas, estas mujeres-monjas-guerreras, se vestían no como monjas, sino con una gran delicadeza. No se afanaban por ocultar su cuerpo, pero tampoco lo exhibían; había en ellas una elegancia y un modo de vivirse lleno de dignidad y naturalidad. La hermana Simone se teñía el cabello de azul. La hermana Lucy llevaba unos finos aretes de perla. La hermana Teresita usaba sus huaraches en verano. Nosotras podíamos tocarlas, abrazarlas, cantar con ellas, bordar, rezar, pensar, debatir.
En ese pequeño pueblo industrial al oriente del Lago de Chapala, cuya gente ha vivido la religión como una respiración, se renovó para mí la imagen del Dios de mi abuela, solemne y sobrecogedor.
Pronto me vinculé con los grupos juveniles dirigidos por el Padre Humberto Mejía, cuya inteligencia, lucidez y manejo del lenguaje no he vuelto a encontrar; me atrevía a ser libre, a ser yo misma, oyendo al padre Luis Manuel de los Misioneros del Espíritu Santo.

Ha pasado mucho tiempo ya de estos eventos y en algún momento mi camino me llevó a otras ideas, dudas, preguntas. Los senderos de la libertad personal son también los de la soledad profunda. Esa que nos ayuda a conocer el funcionamiento de nuestra mente, esa que nos revela que no hay ayuda posible, de nadie. Y que evadir nuestros dolores, dudas, errores, sólo nos convierte en seres mecánicos y temerosos.

Me atrevo a decir que gracias a aquellos años, he llegado a tomar decisiones radicales en mi vida. También puedo ver, con claridad, la enorme dificultad que me ha representado creer en un Dios personal. ¿Cómo personalizar una fuerza que ordena matemáticamente todo? Hoy, que escribo este texto para “Cada Frontera” me digo que extraño aquella gente que le daba tanto sentido al ser religioso. “Al chile y sin muchas vueltas” para hablar francamente. Sin amenazas ni sombra de culpas o condenas, sin rigideces ni necesidad de externar una autoridad de esas de “porque yo lo digo, o porque así es la moral”... Personas acuáticas, aéreas, incendiadas y terrenales; creían más en el afecto como fuerza pedagógica que en “obligatoriedades” pendejas, de ésas que tanto necesitan los acomplejados, los inseguros, los temerosos de la propia libertad.

En estos extraños días que vivimos encerrados, ajenos al convivio y cercanía con otros, tratando de “tener a raya” la epidemia de influenza, la señora Esther que viene a mi casa dos veces por semana y me echa la mano con los quehaceres domésticos, me ha dado un folletito de la Iglesia Bautista Monte de Sión: “Conociendo a Jesús personalmente a través de cuatro verdades espirituales”:

1.- “Dios le ama y tiene un plan maravilloso para su vida”.
2.- “El hombre es pecador y está separado de Dios, por lo tanto no puede conocer ni experimentar el amor y plan de Dios para su vida”.
3.- “Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecado del hombre. Sólo en él puede usted conocer y experimentar el plan de Dios para su vida”.
4.- “Debemos individualmente recibir a Jesucristo como señor y salvador para poder conocer y experimentar el amor y plan de Dios para nuestras vidas”.
Expresa, además dos círculos que representan dos clases de vida:
La vida dirigida por el Yo, donde el Ego es el Yo en el trono
Y la vida dirigida por Cristo, donde el Ego o el Yo es destronado.

Un sentimiento de gran nostalgia me invade. La miro realizar su trabajo ensimismada, ajena al barullo externo, alejada, además, de cualquier conflicto. Su fe, su posibilidad de vivir estas verdades a las que no bautiza de “Nobles verdades”. Si todo es sufrimiento, si la causa del sufrimiento es el deseo, si es posible detenerlo y si hay algún sendero óctuple que nos rescate a través del pensamiento, meditación, intención, acción, modos de vida correctos, no creo que sea necesidad de ella expresarlo. La señora Esther, pienso, habita en una dualidad que le permite no sé si la felicidad o la paz interna. Ella debió verme infeliz –supongo-- y para ella, el acto de obsequiarme su folleto puede ser la llave que me abra la puerta de mi propia cárcel. También sabe lo que Dios quiere.

Me quedo pensando en la vida dirigida por el Yo, ese Ego en el trono y todas sus múltiples necesidades; este Ego que requirió de ser afirmado antes de cualquier pretensión mía de eliminarlo. Este Ego que me mantiene viva, funcionando, sintiendo que la vida es la batalla que nos designa guerreros. ¿Y Dios? Permanece en el silencio del Universo, para mí sigue siendo “Un largo deseo interminable que no deja de realizarse nunca y que no quiere jamás ceñir sus límites a nada que pueda contenerlo...”

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