Entrevista con Luis Soffchi
Como hay muchas interpretaciones de lo que significa la palabra Dios, me gustaría iniciar nuestra conversación con una pregunta: ¿Quién es Dios para usted?
Lo importante no es en qué Dios cree uno sino cómo cree en Dios. Es cierto lo que dices, hay distintas religiones, distintas interpretaciones de Dios y cada quien tiene su manera de buscarlo. Nosotros, en Cafh, lo llamamos camino espiritual que se basa en trabajar en uno mismo para desenvolver y ampliar la conciencia. Nosotros como seres humanos tenemos una noción de ser y esa noción está influenciada por la familia, por la cultura, por las ideas religiosas, por la filosofía, por muchas cosas, pero cuando nos damos cuenta que esa noción de ser nos limita y que la podemos expandir, en ese momento creemos conscientemente que estamos buscando a Dios. A eso nosotros le llamamos mística.
Nosotros no tenemos una figura ni un templo determinado, hacemos un trabajo puramente interior que, por supuesto, tiene una serie de actividades personales y de grupo que van en ese sentido de la expansión de la conciencia: meditación, retiros espirituales, cursos, etc... Pero, en el fondo, es un trabajar con uno mismo porque cuando estoy hablando de ser estoy hablando también de mi ser y cuando hablo de expandir la conciencia estoy incluyendo la mía.
Cuando yo descubrí la mística, hace cuarenta años, cuando entré por este camino, descubrí eso, que yo tenía posibilidades de expandir mi conciencia y en ese momento hubo un clic en mí, empezó todo un interés por el desenvolvimiento interior.
Yo no era una persona religiosa, no iba a la iglesia, pero en el momento en que me puse en contacto con Cafh comprendí la idea y me gustó. "Estas son mis posibilidades", me dije yo. También sabía que la idea era una cosa muy, muy amplia, muy trascendente. Que eso iba a requerir un compromiso permanente, un esfuerzo muy grande.
Nosotros consideramos la mística como el hombre la entiende normalmente: la unión con lo divino, con Dios. Dentro de ese campo de búsqueda de Dios hay experiencias místicas, momentos de contemplación, de exaltación, de introspección, etc., pero eso es una parte, son experiencias momentáneas y fugaces que no aparecen siempre. A veces uno las busca y no aparecen, y otras veces aparecen y uno no sabe por qué. Yo pienso que es porque uno ha abierto su alma, ha abierto su interior para poder captar la unión divina. La mística es entonces un proceso individual que no sabemos cuándo vaya a terminar.
¿Cómo ha sido su experiencia mística?
El ingreso a Cafh fue algo que me impactó mucho y el proceso también, en la medida en que fui tomando una actitud interior distinta, de desapego. Cada vez que me desapegaba de algo me sentía libre y era una ampliación de conciencia que producía una paz interior. No sé si yo le llamo a eso encuentro con Dios.
Por ejemplo, nosotros nacimos y vivimos en Argentina. Y en un momento determinado mi esposa y yo nos propusimos trasladarnos a México. Yo tenía que trascender toda mi historia personal y desapegarme de todo lo que tenía. Y así lo hicimos. Para pagar el pasaje tuvimos que vender la casa y venirnos acá a trabajar. Un amigo mío me consiguió un puesto en San Juan del Río, Querétaro. Yo soy enólogo y ese amigo también.
Cuando fuimos al aeropuerto mi hija mayor tenía tres años y la menor un año. Fueron muchas personas a despedirnos. Yo lloré muchísimo ahí en el aeropuerto, pero cuando me subí al avión algo pasó en mi interior. Cuando llegamos a México sentí que comenzaba una nueva vida para mí. Eso fue otra experiencia mística.
Y después, se pueden contar también momentos fugaces de contemplación. Yo me acuerdo de una vez que iba solo a Chapala, en el mes de octubre que es muy especial para mí porque es cuando más transparente veo el cielo, y me detuve en el camino. Me bajé del auto para contemplar el atardecer. La paz que sentí fue otra experiencia mística.
Cuando nació mi primera hija también fue una experiencia extraordinaria: emoción, lágrimas, alegría, unidad con mi esposa. La alegría que produjo el nacimiento de mi hija en mi familia, con mis amigos, todo eso lo viví muy plenamente.
Y tener un hijo es una expansión de la vida ¿No?
Exacto, exacto, y además es un aliciente para seguir trabajando. Un aliciente no solamente económico, en eso no hay que aflojar porque hay que alimentar, sino también espiritual, ya que uno tiene la intención de ayudarlos y de guiarlos por la vida sin imponer ninguna idea ni espiritual ni profesional ni de ningún tipo. Los hijos tienen derecho, como todo ser humano, a pensar, sentir actuar sin interferencias de nadie, ni siquiera del padre, pero hay que prepararlo para que realmente siga su camino lo más libremente posible.
Anteriormente mencionó que también se tienen experiencias místicas en la meditación: ¿Usted las ha tenido? ¿Podría describirlas?
Aparecen experiencias místicas. Cuando uno logra el silencio interior, se descubre uno mismo, en una realidad espiritual y trascendente. Yo diría que es un momento de contacto muy profundo con uno y una integración con la realidad, con las personas que están a mi lado, con la realidad toda. Y eso provoca una tranquilidad y una paz interior y, a veces, nos emociona hasta las lágrimas. Eso me ha pasado con cierta frecuencia. Sobre todo en los retiros anuales que hacemos fuera de la ciudad. Hacemos la convivencia, el trabajo manual, la lectura espiritual, preparar la comida, hacer el aseo, etc. y hacemos meditación en grupo. Cuando me retiro del mundo, mi interior se abre a una realidad más amplia y yo diría que es estar cerca de Dios, en esos términos.
¿Normalmente usted no usaría la palabra Dios?
Sí la usamos. En Cafh nos sentimos libres para decidir qué creer y cómo creer. No intentamos definir a Dios ni explicar el misterio divino. A través de la meditación y la oración procuramos mantenernos conscientes de lo divino desconocido. Reverenciamos tradicionalmente a lo divino en la imagen de la Divina Madre y aplicamos esta reverencia y este amor en nuestras vidas diarias y en la relación con los seres humanos que nos rodean.
Madre Divina... ¿Puede describir más esta referencia?
Es una figura femenina. Cuando yo llegué a Cafh me chocó mucho eso y a otros compañeros les sucedió lo mismo. Había una gran resistencia en el inicio, sobre todo de parte de un compañero mío que preguntaba: "¿Por qué tiene que ser una presencia femenina y no masculina?". A todos nos chocó. Francamente no sabría decirte por qué es una figura femenina, pero yo deduzco que es como si uno fuera hijo de lo divino. En la Iglesia se dice: "Dios Padre", acá se dice: "Dios Madre" y eso establece un vínculo entre madre e hijo o entre Dios y el hijo. Hacer una diferenciación no tiene mayor significado, lo importante es cómo se desarrolla la expansión de mi conciencia y cómo se llega a la unión con lo divino.
Así como lo ha expuesto la senda mística va hacia la unión con todo lo existente. Es como si siempre se tratara de llegar a una unidad mayor ¿Ese sería el objetivo?
Exactamente. Hemos hablado de experiencias místicas, pero también de un proceso místico. En ese proceso el objetivo es más concreto porque usted tiene que entender que se tiene que comprometer, que tiene que participar. Comprender, amar, empatizar con la persona. Y eso lo hace a través de sus vivencias en el mismo grupo al que pertenece, pero además las traslada a su relación con su familia, a los compañeros de trabajo, a los amigos, a todos. La realidad se va incorporando en la relación con todo, y con ello se desarrolla la expansión de la conciencia. Esto incluye la comprensión y aceptación de uno mismo, de los demás seres humanos y de la vida en general.
Yo lo veo como el mensaje de Cristo. Estamos hablando de la renuncia, del amor en todos los campos. La pregunta es: ¿Cuánto amo? Yo soy distinto de cuando ingresé a Cafh. En mi transitar por este camino ha pasado algo, mi forma de ver y relacionarme con la vida es más amplia, más universal. Hay que continuar con el proceso místico hasta el final, para llegar a la unión con la Divina Madre o con Dios.
Entonces, según lo dicho, yo tengo un campo de conciencia y de relaciones. Si mi campo de conciencia y de relaciones fuera sólo mi familia y mis amigos, si a ellos son a los únicos que acepto y con los demás tengo serios problemas, estoy muy limitado, pero en la medida en que voy ampliando mi campo de conciencia, voy incorporando a más personas y más cosas en mi vida y me voy integrando más con ellos. Es un proceso en el que se trata de llegar a lo máximo. ¿Es así?
Eso es místico. Eso es unirse con Dios. No es que Dios esté allá y yo acá y lo tenga que integrar, sino que lo tengo que descubrir, porque está en lo más profundo de mi corazón. Por eso digo que el camino de Cafh propone el desenvolvimiento espiritual, por lo que se va integrando a mi noción de ser como consecuencia de la expansión de mi conciencia. Es como un regalo que empiezas a desenvolver para ver lo que tiene dentro. Y sí, vas integrando todo.
Nosotros, los seres humanos, hemos creído durante mucho tiempo que somos el centro del universo. Ahora el hombre está conquistando el espacio y con ello se expandió su conciencia. Cuando uno se detiene a pensar en el universo, ese misterio inconmensurable, uno tiene que postrarse y reconocer su pequeñez, pero también sus posibilidades de realización.
¿Esa perspectiva del espacio también cuenta como ampliación de la conciencia? ¿El ya no estar geocéntrico?
Sí, se cuenta como ampliación de la conciencia. Ya se ha superado la idea del geocentrismo, nuestra casa es el universo.
Entonces lo que dijo Jesucristo sobre el amor a los enemigos ¿sería también una ampliación de la conciencia pero en algo muy difícil?
Hay un viejo aforismo que dice: “El amor es el principio y el final del camino”. El amor es la fuerza que nos impulsa a vivir. Pero el objetivo de la mística es expandirlo a todos los seres humanos, a la creación.
Sabemos que el mensaje que dejó Cristo es un mensaje universal, no para un grupo determinado, es para todos los hombres, por eso es universal. Todos los seres humanos tenemos en nuestro interior la necesidad de desenvolvernos, es decir, desenvolver y expandir nuestro amor. Lo que pasa es que a veces estamos entretenidos y ocupados en tantas actividades que no nos ocupamos de nosotros mismos. O también sucede que se tiene una relación con lo divino que es puramente utilitaria: quiero relacionarme con Dios para alcanzar la salvación. Y eso, para mí, no está bien.
Retrocediendo, hace 40 años entró a Cafh ¿Qué fue lo que lo llevó allí? Porque usted no era religioso y después vino ese encuentro, lo que quiere decir que de alguna manera estaba preparado para eso.
Claro. Por un lado tenía la ventaja de no estar dogmatizado y, por otro, estamos hablando de finales de los años sesenta, principios de los setenta. En Argentina había un fermento revolucionario muy fuerte y era un cambio de conciencia lo que se proponía. Igual que el 68 acá. Entonces, en ese ambiente, entre amigos, compañeros y familiares, se habla del cambio, del nuevo hombre. Estaba el fermento empezando a trabajar y leíamos El hombre mediocre y toda la literatura que proponía un hombre nuevo: Zaratustra, etc. Estaba esa inquietud en la que uno se decía: "Si me quedo acá, no pasa nada, a lo mejor me consigo un buen puesto, mucho dinero, me compro un auto y una linda casa, pero intuyo que a la larga me quedaré con las manos vacías. Pero si me propongo un cambio en mis objetivos, mi vida puede cambiar. Y sí, cambió totalmente la experiencia. Mi esposa y yo nos desapegamos de todo lo que teníamos en Argentina. Fue un paso muy grande el que dimos. En todas las etapas que recorrimos: de Argentina a San Juan del Río, Querétaro, luego al DF y de ahí a Guadalajara, siempre fui ganando la tercera parte de lo que ganaba antes. Pero con el tiempo, en todos los casos la situación económica cambió completa y favorablemente. Yo me pregunto ahora qué tuvo que ver Dios en esto.
¿Fue formando grupos de Cafh en cada ciudad?
En Querétaro teníamos un grupo muy pequeño y en el DF ya se había fundado Cafh y nos trasladamos allá, para integrarnos a los grupos que existían. Llegó un momento en el que fue necesario expandir nuestra idea y por ello vinimos a fundar en Guadalajara, una ciudad muy grande, con muchas posibilidades. Actualmente hay dos grupos en esta ciudad.
Con todos estos cambios ¿qué encontró interiormente?
Una gran riqueza interior. En cada uno de los cambios, la experiencia de vida ha sido renovadora, en cada uno de ellos se dieron saltos cualitativos en la expansión de mi conciencia.
Todo lo que me ha dicho está dentro de una perspectiva que se quiere muy integradora...
Esa es la palabra justa: "Integradora". Cuando se tiene claro que el objetivo es la unión con la Divina Madre y se esfuerza para renunciar a la costumbre de vivir egocéntricamente, las demás personas y toda la existencia, van incorporándose en nuestro campo de conciencia, la mística la entendemos como la unión con todo. Yo he comprobado que el respeto y cariño de la gente se va logrando en la medida en que uno deja de competir, de sobresalir sobre los demás, de sentirse superior y aprende a aceptarlas y quererlas tal como son. En cada uno de los lugares donde he trabajado las personas siempre me abrieron las puertas.
En todos los lados en que ha estado le abrirían las puertas y me parece que eso puede suceder porque usted también les abrió sus puertas. Cuando no hay ganas de dominar ni de aplastar uno le abre la puerta al otro en un plan más fraternal. Las puertas abiertas me parece una buena imagen de la ampliación de la conciencia en una dirección de ida y vuelta. Otra manera de ampliar la conciencia podría ser con el poder, pero sería una ampliación para dominar. Ahí la conciencia se amplía en un aspecto y se restringe en lo demás.
No estoy de acuerdo en lo que dices de que la conciencia se expande cuando uno quiere dominar. Se podrá expandir el campo de poder, pero la noción de ser no. Si no se renuncia a esa personalidad separatista, egoísta, no hay expansión de la conciencia. Nuestro camino se asienta en la idea de la renuncia vista desde la perspectiva espiritual (porque desde el punto de vista de lo positivo la renuncia aparece como despojo). La renuncia predispone al alma a rendirse, a dejar todo atrás, para vivir una experiencia distinta, más amplia. Y yo pienso que los grandes seres que han pasado por el planeta han hecho eso, han renunciado. ¿Y cuántos hombres de renuncia habrá que nosotros no hemos conocido? Porque también la ascética de la renuncia se aplica no nada más en Cafh sino en lo que el hombre hace y en lo que cree. Un científico que está desarrollando una investigación para solucionar un mal de la humanidad pone su vida en eso y da su tiempo y esfuerzo. Dime si no es consecuente con sus objetivos de vida, si su ejemplo no es una actitud espiritual.
Hace poco usted estuvo a punto de morir. Durante varios meses estuvo a punto de morir. Pudo ser un desapego a toda la vida, pero no se hizo efectivo. ¿Esa experiencia le cambió la conciencia de la vida?
Muchas personas me han hecho esa pregunta. La verdad del asunto es que estuve inconsciente durante toda la terapia intensiva. En ese estado escuché voces que me alentaban a seguir adelante, que no cediera, voces conocidas, pero que no puede reconocerlas. Cuando me trasladaron a terapia intermedia ya era consciente de lo que había pasado y de la gravedad del padecimiento. Pero acepté mi circunstancia y me dije: "Tengo que salir de aquí, tengo que seguir, no puedo defraudar a mis amigos. Tengo que seguir viviendo, me quedan, no sé, cuatro, cinco, ocho años. Quedan cosas que hacer, hay gente que me necesita”. Mi familia me apoyó muchísimo, todos los días fueron a verme al hospital, sin faltar un solo día. Estamos hablando de casi cuatro meses. Muchos amigos dieron sangre, me alentaron y me apoyaron. Y todo eso para mí fue un acercamiento a Dios y cada acercamiento a Dios es una expansión de conciencia.
¿Esa experiencia le produjo algún cambio en la manera de ver la vida y la muerte?
Yo creo que reafirmé la vida, me aferré a la vida y no a la muerte. Mucho de esto ha sido inconsciente. ¿Qué cosa pasó en mi inconsciente en ese momento? ¿Qué relación hubo con lo divino en ese momento? Lo desconozco. Lo único que te puedo decir es que para mí no fue dramático, para mi familia y mis amigos sí fue dramático.
En ese sentido ¿qué es lo que quiere hacer todavía?
Bueno, seguir. Ahora voy a ver de qué manera, porque ya tengo limitaciones físicas y de salud importantes. Vamos a ver qué va a pasar cuando termine esta etapa de recuperación. Mi mente, en este momento, está ocupada en el proceso de recuperación, pero sé que tengo que hacer cosas. Si lo voy a hacer en silla de ruedas o caminando por la calle, no lo sé. Es lo que quiero descubrir. Pero hay que seguir con este proceso místico. En este sentido no sólo es el trabajo ascético y místico que uno realiza sino también una visión más clara y más amplia de la realidad. Un entendimiento mayor de lo que pasa en la humanidad, de los problemas que existen en este momento y al mismo tiempo las posibilidades que el ser humano tiene de lograr la unión divina.
Lo que está pasando en el mundo tiene mucha relevancia. Con los avances de la tecnología la visión del mundo cambió y cuando esa visión y esa relación que tiene uno con las cosas están en función de lo espiritual, empieza a comprenderse lo divino, también la presencia de Dios en la vida. Por ejemplo, antes no sentía el valor y belleza de las plantas, ahora, en la mañana, cuando me levanto, veo los árboles y en ellos descubro lo divino.
¿Qué le hubiera gustado que le preguntara y no lo hice? ¿Qué es lo que no se tocó del camino que eligió y que sería importante comunicar como parte de su experiencia?
En una conversación así es difícil explicar y comprender lo que es Cafh y darse cuenta de la dimensión de lo que estamos hablando. Le voy a regalar un libro: De la mística y los estados de conciencia.
Me hubiera gustado que me preguntara si yo soy feliz o no. Si yo estoy contento con mi familia. Si estoy contento con mi vida, incluso ahora con mi recuperación. Si hay en mi interior anhelo de predominio.
Soy una persona feliz, que está en paz. Por supuesto que hay dificultades y desacuerdos, pero estoy orgulloso de mi familia, mis amigos, soy una persona contenta.
Me hubiera gustado que me preguntara si estoy contento viviendo esta etapa de recuperación como debe ser, haciendo lo que tengo que hacer, sin desesperarme ni nada por el estilo.
Me hubiera gustado que me preguntara si me he arrepentido de las cosas que hice, de incorporarme al camino y haberme venido de Argentina.
Para nada. Estoy contento con lo que he hecho todo este tiempo, desde mi nacimiento hasta ahora. Yo sé que hay que ver para adelante y adelante está entender más el misterio de la vida, abrir la mente para desarrollar lo más que se pueda y prepararme para morir. Y, a lo mejor, entender que hay que seguir trabajando en el otro lado.
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